Mi tema y su simbología
Como espectadora, desde siempre me he sentido atraída por el espacio vacío y por la aparición de una persona en escena. Es un momento mágico en el que comienza una nueva historia. Con sólo observar ese cuerpo, la actitud al andar, la posición de los hombros o la dirección de su mirada puedes entender y sentir esa realidad paralela que te están contando.
Desde el viernes 13 de marzo, estoy en casa. Los objetos que me rodean desde hace mucho tiempo han cobrado otro protagonismo. Ahora los miro y me miran; ahora los vivo más que nunca. Paredes, ventanas, muebles, sillas, mesas, plantas… Mi cuerpo ha adquirido otras dimensiones y se mueve entre ellos: esquiva, toca, se asoma, se sienta, huele, mira, agarra, roza, apoya, respira, expresa… Todo tiene otras proporciones.
La casa es rectangular y tiene cuatro paredes, la mesa es rectangular y tiene cuatro lados. Me muevo por la casa entre sus límites y barreras. Desde mi espacio limitado y cerrado recibo las imágenes de los sucesos actuales: números de enfermos, emergencia sanitaria, muertos, distanciamiento social y muchas mentiras.
Sujeto con mis manos un teléfono que es rectangular y tiene cuatro lados. Mis dedos se mueven y hablo con familia y amistades. Los veo y me gustaría estar y moverme con ellos.